Hoy, nuestra condición digital que lo envuelve todo, es difícil separar los espacios íntimos de los públicos, se hace necesario, por tanto, lugares de mayor intimidad espiritual, espacios que nos permitan llevar a cabo nuestros rituales más personales dentro del hogar.
Antonie de Saint Exupery describe en la novela Citadel los ritos como técnicas temporales de colocación, ritos que son en la vida lo que son las cosas en el espacio. Este proyecto creado por Marcante-Testa presentado durante la semana del diseño de Milán 2023. E proyecto «Campo Base 2023» se refiere a espacios heterotópicos que, como teorizó Michel Foucault, son aquellos «lugares que tienen la particularidad de estar conectados con todos los demás espacios, pero de tal forma que suspenden, neutralizan o invierten el conjunto de relaciones que ellos mismos designan ó reflejan».



Para los diseñadores, los muebles se convierten en espacios para proteger nuestros rituales domésticos, creando una nueva dimensión espacio/tiempo en la que podemos dar estabilidad a nuestras vidas. En la casa, lo que define un espacio es también el límite para otro espacio más protegido, dedicado a la intimidad, a la relación con nuestro ser interior donde nos sentimos, nos escuchamos, hablamos, rezamos, pero también imaginamos y soñamos.
A los niños les basta con cerrar o taparse los ojos para volverse invisibles y esto corresponde a nuestro instinto natural de protección que permanece en nosotros. Cuando crecemos, este simple gesto se proyecta en nuestro espacio doméstico. Marcante-Testa imagina las paredes de la casa que incorporan muebles que se convierten en dispositivos heterotópicos, caparazones de recuerdo donde uno puede arrodillarse, sentarse y acostarse, imaginando el espacio doméstico como el límite extremo de la necesidad de encontrar comodidad en un lugar creado por el hombre.
En esta nueva articulación del espacio doméstico, incluso las paredes y los techos son despojados de su simple función arquitectónica de delimitación para convertirse en dispositivos sensoriales: el techo vuelve a satisfacer la necesidad del hombre de mirar «hacia arriba» y las paredes textiles actúan como «amortiguadores» del ruido de fondo de la vida cotidiana.
En este viaje por la intimidad doméstica, cada rito debe tener su propio «lugar» de expresión, incluso los más ocultos y menos evidentes donde incluso la introspección y la «confesión» encuentran su lugar en un escenario específico. La casa es un nuevo confesionario doméstico, es un lugar de “absolución” y perdón hacia uno mismo y hacia los demás, es un lugar capaz de un conocimiento íntimo y de reflexión sobre nuestra relación con los demás seres vivos y donde podemos intentar dar estabilidad a la vida.




