TIPOS, TOPOS, ESTEREOTIPOS Y TÓPICOS EN EL “MADE IN X”. Todo diseño parte de un tipo, asume o rechaza una tipología preexistente

Quien no tiene ideas piensa que sólo se tiene una cuando se tiene y se la vista de palabras. No entiende que en realidad sólo la tiene quien tiene la palabra en la que la idea va creciendo. Karl Kraus

En el mundo de “tendencias” en que se ha convertido el diseño actual, no está de más recurrir de vez en cuando a algo tan desagradable y engorroso, aunque saludable, como la reflexión sobre aquello que llevamos entre manos. No me estoy refiriendo a las reseñas de catálogo, a las citas descriptivas o a las recapitulaciones históricas, sino a algo que nos sitúe en aquello que hacemos y en el por qué. Podríamos llamarlo “ensayos acerca del diseño contemporáneo”.

 


Uno de los temas estrella de las tertulias de diseño es el llamado “Made in X” (el país de referencia es lo de menos). Bueno, llamarlas “tertulias de diseño” me parece demasiado… dejémoslo en charlas de café entre diseñadores, críticos y público diletante, lo cual no está nada mal, si se pasara del “me parece bien o mal tal cosa”.

Con estas líneas sólo pretendo abrir el debate sobre algunos puntos que considero previos a cualquier definición de diseño autóctono.  He titulado el texto “Tipos, topos, estereotipos y tópicos en el diseño Made in X”. ¿Por qué? Voy a desgranar cada uno de los conceptos vertidos. Todo diseño parte de un tipo, asume o rechaza una tipología preexistente. Todo diseño es continuidad, rediseño, abstracción o actualización de lo dado o, por el contrario, rechazo, alternativa, nuevo lenguaje, reconsideración de la forma por la alteración de los usos o funciones, transformación tipológica por los nuevos materiales. En definitiva, todo aquello que tanto se ha comentado en las teorías clásicas del diseño. No obstante, los tipos derivan en ocasiones en estereotipos, en formas o comportamientos que reproducimos por inercia, porque se ha hecho siempre así, lo cual genera un rechazo, muchas veces visceral, a la introducción de nuevos parámetros en el diseño.

Por otra parte, el topos, esto es, el lugar o contexto sociocultural, incluso climático, de donde surge todo diseño, define las características de éste. Se puede contradecir este argumento aduciendo a la importancia de los distintos diseños de estilo internacional, pero estos, cuando se han dado, también han sido consecuencia de este contexto, puesto que son arquitectos y diseñadores “nómadas” los que habitualmente optan por este tipo de proyectos. Desde el primer gran estilo internacional, el gótico, al movimiento moderno, se ha dado esta situación personal y vital de sus protagonistas. No ocurre lo mismo con otros diseños que, a pesar de su difusión, tienen un origen toponímico muy determinado. Pensemos en el high tech inglés o en el organicismo nórdico. En este punto, la caricatura es muy cómoda, el topos se puede convertir fácilmente en el tópico. Reducimos la compleja realidad de muchos países a aquello que funciona como tópico. Esto es especialmente curioso en aquellos donde el Estado-Nación no corresponde a una diferenciación étnica, cultural o incluso topográfica determinada, sino a circunstancias políticas, muchas veces fruto de la voluntad de unir esfuerzos entre pueblos y culturas de variada procedencia, y otras veces, herencia de las monarquías absolutas o de los antiguos imperios que aglutinaron territorios como estrategia geopolítica.
En el momento actual, en los intentos de configurar una Europa capaz de posicionarnos en los foros internacionales, surge la pregunta: ¿Tiene sentido referirnos a los diseños nacionales? ¿De qué naciones hablamos, de los estados actuales o de las regiones con características comunes? Personalmente no soy nacionalista, pero reconozco ciertas afinidades culturales que habría que respetar y potenciar como signos de identificación. Cada vez se habla más de la Europa de las regiones, y detrás de ello hay intentos de definir diseños locales que traspasan las estrictas fronteras actuales. Los países nórdicos lo han sabido hacer y vender muy bien. Nosotros, en el contexto valenciano intentamos aproximarnos a reivindicar un diseño mediterráneo que recupere algo que era común históricamente y, además, coincidía con una forma de vida, una cultura y unas características geoclimáticas muy específicas. Recuerdo un viaje a Sicilia con un autobús de italianos del norte (de Turín y Milán principalmente). El guía comentaba como típico de Sicilia la cultura del aceite de oliva, el olor a azahar de los naranjos y limoneros en primavera, y otros aspectos con los que evidentemente me sentía más próximo que sus compatriotas del norte. Esta anécdota sirve para reconsiderar etiquetas que muchas veces no sirven. Con el proyecto Europeo tenemos la posibilidad de articular zonas culturales que investiguen y propongan proyectos más allá de las fronteras actuales. Reivindicar en el momento actual un Made in Spain es un sinsentido, puesto que se sigue apostando por un diseño nacional que difícilmente tendrá cabida en el proyecto más amplio de Europa. Es más, sería más lógico definir –por ejemplo- un diseño Made in Catalonia o de cualquiera de las comunidades históricas, puesto que presupone una realidad culturalmente más coherente.

En Valencia nos encontramos con una situación un tanto anómala: contamos con una de las ferias más importantes de Europa y con una buena infraestructura en materia de institutos tecnológicos, pero como contrapartida hay una escisión entre estas realidades y la aceptación cotidiana de la importancia del diseño como producto I+D. No existe la suficiente coordinación entre diseñadores e institutos tecnológicos, ni entre el importante sector artesanal y el mundo del diseño. Por último, las publicaciones y los foros donde se trata la problemática del diseño son escasos, aunque poco a poco este desajuste se empieza a subsanar, como lo demuestran esta publicación y otras similares que inician su andadura.

Como punto de reflexión final, un poco a modo de manifiesto, propongo una amplia mirada a Europa para salir del impasse de una restringida y trasnochada concepción del “made in”. Quizás sería interesante tomar la totalidad europea y diseñar una política que defina las áreas de identidad más importantes. A partir de ahí sería posible conseguir algo similar al diseño nórdico, el más local y el más internacional del diseño europeo. Partiendo de algo tan elemental como los conceptos de tipos, topos, estereotipos y tópicos, u otros aspectos que sirvan de herramienta de trabajo, sería posible acercarse a una reflexión que no se quede en el anecdotario al uso con respecto a los diseños nacionales.

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