Natuka Honrubia Zaragoza (1971, Valencia). Habitante del planeta tierra dedicada a la escultura y el dibujo / @natukahonrubia Mírate… ¿en qué te has convertido? En el hada madrina de los personajes de mis obras. Menciona dos de tus mayores talentos: uno útil y otro inútil. Entre mis talentos más útiles está la pericia de maga dando forma con las manos, y por ende visibilidad, a mi propio mundo interior. Mi talento más inútil es ser una gran anfitriona cobijando día y noche a mis pensamientos intrusivos. ¿Qué llevas en los bolsillos? Sus telas y sus costuras, eso es todo.¿Cuál es ese proyecto que ideaste hace muchos años y que te encantaría materializar? Viajar por el mundo en compañía de los personajes de mis obras, maravillando a propios y extraños; sin dejar de recibir invitaciones para que el trayecto se convierta en un viaje sin fin.

¿Te das siempre la razón? ¿Qué tan flexible eres para aceptar el cambio y hacer concesiones?No me doy siempre la razón. Es verdad que no siempre puedo tenerla, y cuando me equivoco lo reconozco abiertamente. Eso sí, engañaría si no dijese que, de vez en cuando, sólo puedo dármela para mis adentros si sucede que por motivos ajenos a mi voluntad he de quedarme con las ganas de exponer mis argumentos. A lo largo de mi carrera artística he dicho siempre que converso con mis obras mientras las creo. He sido muy flexible a cuantos cambios han tenido que sucederse para su evolución. Considero que ha sido notable su transformación, espero y deseo que lo siga siendo. Hoy por mí y mañana por ellas, de aquí al infinito. ¿Qué talentos has heredado y de quiénes? ¿Has rastreado entre tus familiares a personas célebres que te hubiera gustado conocer? Son muchas y variadas las personas de quienes he ido heredando talentos a lo largo de mi vida. A unas las he conocido mejor que a otras, de unas tuve mucho bueno de lo que aprender, de otras lo sigo teniendo. Las hubo y hay que me demostraron y demuestran en lo que yo no quise ni quiero convertirme, algunas veces tuve y tengo que tener talento para conseguirlo. El personaje más célebre de mi familia a quien me encantaría haber podido seguir conociendo ahora y siempre es mi madre. Sería maravilloso escuchar qué tiene que decirme desde el cielo. He de esperar a que llegue el día en que vuelva a estar junto a ella, de otra vida existir, por supuesto.

¿Cuál era esa creencia que tenías de niña y que hoy, a tus 50 años, te causa gracia o perplejidad? Hace 50 años la gran mayoría de mujeres de este país teníamos nombres de vírgenes y/o santas. Desde el día en que nací fui llamada Natuka, aun cuando pocos meses después me bautizaron como María Natividad. Sucedió que, hasta la edad de 10 u 11 años me preocupaba mucho pensando que, al hacerme mayor, cuando cumpliese 18 años, todo el mundo se dirigiría a mí por mi nombre bautismal. ¡Mi nombre cambiaría! La idea no me gustaba nada. Hoy, para mi suerte y fortuna, sigo siendo Natuka en mi día a día, y sólo me veo en la obligación de cambiar de nombre en documentos oficiales. ¿Dónde pasaste tus últimas vacaciones y qué has traído de vuelta?Pasé unos días de descanso en Altea, Alicante. Traje de vuelta para guardarlo y conservarlo “El País Semanal” del domingo de mi estancia, 7 de agosto del 2022. En el mismo la entrevista de la periodista Margaryta Yakovenko a Ibrahim Bah (Guinea -Conakry, 27 años). A las palabras de la periodista “Y después de la patera le llevaron a un CIE…”, él responde: “Lo llaman CIE, pero es una cárcel. Te hacen fotos como a un preso. No te dejan salir. Y te preguntas: “¿Qué he hecho?”. A mí en la cárcel me hicieron lo mismo. Siempre para poder cerrar los ojos, los demás buscan palabras que no llaman la atención. Llaman CIE a una cárcel. Llaman valla, como la valla de tu casa, a lo de Melilla. ¿Por qué esa necesidad de una valla con tantos alambres? Eso no es una valla, es el infierno. Y esos eufemismos hacen mucho daño porque esconden una realidad”.
El 4 de agosto -día en que registré mi entrada al hotel en el que estuve alojada- un amigo (Marruecos, 27 años) fue forzado a ingresar en el CIE Valencia (Calle Zapadores 48, 46006). Ese domingo estaba yo tumbada porque me daba la gana en la cama de mi hotel leyendo a la hora que me daba la gana la revista que me daba la gana porque me había dado la gana y había podido comprarla. Entonces mi amigo, a sólo una hora y veinte minutos de distancia en coche de mí, se encontraba en el CIE bajo custodia de la policía nacional y privado de libertad para elegir qué hacer, además de por qué, cuándo y dónde hacerlo. Dos días después, el primer bis a bis de mi vida. Fue como en las cárceles que hasta entonces yo sólo había visto en las películas. ¿Hay algo que le guste a la gente o a tu pareja de ti, que tú odies de ti misma? Han sido muchas las ocasiones en las que se me ha dicho que soy muy valiente como artista. Para mí ese, como otros halagos, no me resulta fácil de aceptar. Ello es reflejo de mis miedos, inseguridades y obsesiones con las que convivo a diario, y a las que ciertamente odio. ¿Qué te ha regalado la pandemia? Las ganas de mirar y ser mirada a cara descubierta. Imagina que pierdes paulatinamente la memoria… ¿Qué es lo último que quisieras olvidar? Concretamente, ¿qué memoria te gustaría conservar en tu último mes de vida? Nunca quisiera olvidar mi nombre. Tengo la esperanza de que son muchos los años que me quedan por vivir, y además sé que no quiero aburrirme en ese tiempo, así que, esa memoria que me gustaría conservar en mi último mes de vida está aún por llegar.