NELO VINUESA, «Me he equivocado tantas veces, aún teniendo la convicción de estar en lo cierto, que intento no emitir juicios severos sobre mi mismo o sobre los demás».

Nelo Vinuesa (1980, Valencia) Pintor / nelovinuesa.studio / @nelovinuesa Mírate… ¿en qué te has convertido? En pintor. Menciona dos de tus mayores talentos: uno útil y otro inútil. Se me da bien el bricolaje, todo lo que tenga que ver con reparaciones, montar y desmontar cachivaches, utilizar máquinas y cosas así. Mi otro talento es que sé imitar el ronroneo de un gato, lo clavo, pero es bastante inútil. ¿Qué llevas en los bolsillos? La cartera, las llaves y el móvil.

Nelo Vinuesa en su estudio. Foto: Alejandro Benavent

¿Cuál es ese proyecto que ideaste hace muchos años y que te encantaría materializar? Me gustaría realizar una pieza audiovisual basada en la novela “De la Tierra a la Luna”, del escritor Julio Verne. Emplearía la técnica del stop-motion, pero con seres humanos animados. El maquillaje de los actores y actrices, así como el vestuario, sería intervenido directamente con pintura en cada uno de los distintos fotogramas. Las escenas se rodarían utilizando decorados, que también estarían pintados a mano. Estéticamente, tendría un aspecto teatral y evocaría la sensación de estar sumergidos dentro de un cuadro. Algunos de los cineastas que me han inspirado esta idea son: George Méliès, Karel Zeman, Norman McLaren, Jan Švankmajer, Ray Harryhausen, Aleksandr Petrov, Fritz Lang, Murnau y Robert Wiene, entre otros… ¿Te das siempre la razón? ¿Qué tan flexible eres para aceptar el cambio y hacer concesiones? No. A veces no hace falta tener razón. Tener razón implica estar en posesión de la verdad y esto supone alimentar el ego, una trampa en la que a menudo todos caemos. Me he equivocado tantas veces, aún teniendo la convicción de estar en lo cierto, que intento no emitir juicios severos sobre mí mismo o sobre los demás. Escuchar, escucharse y comprender no es tarea fácil, por ello es importante ser flexibles. Me considero una persona que se adapta bien a los cambios y a lo largo de mi trayectoria artística se han producido con bastante frecuencia. De hecho, mi última exposición, “Un riu salvatge”, trata esencialmente sobre la idea de que todo está en constante transformación. No me preocupa hacer concesiones, suelo aceptar otros puntos de vista y estoy abierto a cuestionar mis propias creencias, pero trato de no caer en un relativismo barato o en demagogia, estableciendo límites basados en principios y valores universales básicos.

Nelo Vinuesa en su estudio. Foto: Alejandro Benavent

¿Qué talentos has heredado y de quiénes? ¿Has rastreado entre tus familiares a personas célebres que te hubiera gustado conocer? Mi padre, al igual que lo fueron mi abuelo, mi bisabuelo y mi tatarabuelo, es pintor de brocha gorda, pero también pintor de caballete autodidacta, es un tipo habilidoso y todo un manitas. Mi madre es la creativa, en la cocina, la escritura y también dibuja muy bien. Supongo que de ellos he heredado su sensibilidad y talento artístico. No he rastreado mi árbol genealógico, pero por lo que sé no estoy emparentado con ningún personaje célebre. Eso sí, mi abuelo por parte de madre, “Pepín” de Albal, fue boxeador en su juventud. Lo conocí, pero me habría gustado verle subido al cuadrilátero en la Plaza de Toros de Valencia. Él no quería que yo boxeara, pero mis padres, por recomendación de los médicos, me apuntaron a Karate debido a un problema temprano de psicomotricidad; me fue bien y pronto se vio que había heredado el talento para la lucha de mi abuelo. Practiqué artes marciales y competí durante más de veinte años y aunque ya no entreno en el Dojo, todavía hago algunas series con el saco. ¿Cuál era esa creencia que tenías de niño y que hoy, a tus 42 años, te causa gracia o perplejidad? Desde que era niño he pensado que cuanto más compleja resultaba una tarea, cuanto mayor era el sacrificio e incluso el sufrimiento a la hora de desempeñarla o conseguir un objetivo, mayor era su valor. Hoy, a mis 42 años, esta idea romántica me parece una estupidez. ¿Dónde pasaste tus últimas vacaciones y qué has traído de vuelta? Hace unos meses viajé a Italia, pues me habían invitado a una residencia artística en Montefollonico, un pequeño pueblo en la Toscana. Pero primero fui a visitar a mi amigo y artista Manu Blázquez, que estaba becado en la Real Academia de España en Roma. Es una ciudad vibrante y de allí me traje experiencias estéticas y momentos inolvidables. La Toscana es otra cosa, tiene otro ritmo. Allí me dediqué a pintar, leer, escribir y dar largos paseos campo a través. Fue algo así como un retiro, ya que estaba solo en la residencia. Fue una experiencia muy inspiradora tanto personal como profesionalmente. Regresé a España con una serie completa de dibujos sobre papel, varias pinturas en pequeño formato que pinté directamente del natural y una piedra en el bolsillo.

Nelo Vinuesa en su estudio. Foto: Alejandro Benavent

 ¿Hay algo que le guste a la gente o a tu pareja de ti, que tú odies de ti mismo? Quienes me conocen aprecian mi capacidad de expresar y sentir emoción. Antes pensaba que esto me hacía vulnerable y, por lo tanto, frágil. Llegué a odiar esa parte de mi personalidad, pero con el tiempo he comprendido que, por el contrario, denota cierta fortaleza interior. Hay cosas que no me gustan de mí, pero no las odio, simplemente trato de mejorarlas. ¿Qué te ha regalado la pandemia? Básicamente, tiempo. O mejor dicho, una forma más saludable de entender el tiempo. Aunque no sin preocupación, me tomé los meses de confinamiento como una parada técnica. Aproveché para leer y escribir, ver cine clásico, diseñar mi página web, hacer ejercicio y dibujar mucho con muy poco. Esto me ayudó a mantenerme centrado y a valorar la importancia de las pequeñas cosas que a menudo descuidaba y que verdaderamente me hacen feliz. Pero sobre todo, la pandemia me ha regalado una mayor conciencia sobre el valor de nuestra relación con los demás y la importancia del afecto, la amistad y el amor. Imagina que pierdes paulatinamente la memoria… ¿Qué es lo último que quisieras olvidar? Concretamente, ¿qué memoria te gustaría conservar en tu último mes de vida? La memoria afectiva.

Nelo Vinuesa en su estudio. Foto: Alejandro Benavent