RAMÓN ESTEVE (Valencia, 1964).
Arquitecto, diseñador y profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valencia, Esteve es uno de los más notables representantes de la arquitectura española contemporánea. En veinte años de profesión ha realizado una gran variedad de proyectos, desde un centro de salud hasta viviendas unifamiliares, sin dejar de lado sus creaciones como diseñador de mobiliario. Todo ello, siempre fiel a las constantes que rigen su trabajo: armonía, serenidad y atemporalidad.
¿Ha desconectado estas vacaciones o se ha llevado faena en la maleta de viaje? Los momentos de tranquilidad son inspiradores fuera de la presión de la actividad cotidiana, muchas veces es cuando te vienen las mejores ideas. Lo de desconectar no me lo planteo.

¿Cuánta gente trabaja con usted? Ahora mismo somos catorce, pero el equipo crece o disminuye en función de los proyectos. Además, cuento con un gran número de colaboradores externos. ¿Qué destacaría de su equipo? Mi equipo está formado por gente joven con ilusión y compromiso; no se puede hacer nada que valga la pena si no se disfruta de lo que se hace.
¿Y de su manera de liderar el estudio? Dirijo mi equipo transmitiendo la importancia que tiene el hacer las cosas lo mejor posible en todo momento. Me gusta la frase de Aristóteles “somos lo que hacemos día a día; de modo que la excelencia no es un acto, sino un hábito”.

Tras más de veinte años de trayectoria, ¿cómo percibe su evolución como arquitecto y diseñador? Uno no es consciente de su evolución si no mira a su alrededor. Siempre tengo la sensación de que estoy en el comienzo, quizás el guardar esa tensión sea lo que me mantenga vivo.
Ha desarrollado proyectos de gran escala, como el Centro de Investigación Biomédica Príncipe Felipe o el Nuevo Hospital Universitario La Fe; pero es en el ámbito residencial donde ha conseguido un mayor eco mediático. ¿Se siente más a gusto concibiendo entornos más próximos a las personas? La proximidad a las personas no depende de la escala del edificio; puedes estar en un gran espacio y sentirlo próximo y emocionante. La gran escala en este sentido me gusta porque es un reto, aunque lo difícil no es hacer algo grande o pequeño, sino hacer algo bueno. La vivienda unifamiliar en la arquitectura de vanguardia siempre ha sido un referente. A muchos de los grandes maestros de la arquitectura se les conoce por sus viviendas. Me gusta porque es una relación muy directa con la construcción, con la materia; es en ese campo donde la proximidad a la obra está cerca de la experiencia de un escultor.





Sus muebles parecen una extensión de su discurso arquitectónico: son radicalmente esenciales. Sin embargo, no siempre surgen en el marco de un proyecto de arquitectura. ¿Alguna vez aprecia una separación entre el Ramón Esteve arquitecto y el diseñador? Como dices, los muebles son una extensión de mi arquitectura; ése es el origen de mi experiencia como diseñador, la necesidad de generar un universo completo trabajando con todos los elementos que forman parte de la obra. El mueble actúa como elemento de conexión entre el habitante y la arquitectura, buscando una experiencia más intensa. La actividad de diseñador en sí es posterior y ahora mismo ocupa gran parte de mi atención. Realmente me apasiona jugar con el objeto como tal.
La serie Na Xemena marcó el inicio de una fructífera relación con Gandía Blasco. Además, para la empresa supuso el comienzo de una nueva etapa, marcada por un fuerte posicionamiento en el diseño y comercialización de mobiliario de exteriores. ¿Cómo vivió la transformación e internacionalización de la marca? La colección Na Xemena nació del proyecto de la casa de Ibiza. Fue la primera vez que diseñaba unos muebles para un proyecto y se llevaban al campo industrial. Mi contribución, además de diseñar los muebles, fue la de crear el contexto. En ese momento diseñé tanto fotografías y catálogos, como los primeros showroom y tiendas. La empresa Gandía Blasco ha sabido desarrollar empresarialmente el proyecto con éxito, no sólo a nivel nacional, sino internacionalmente, convirtiéndose en un referente en outdoor.




¿Tomó parte en la estrategia empresarial o fue un proceso más de tipo intuitivo? Gandía Blasco venía del campo del diseño textil pero era una empresa madura, con mucha experiencia y con un buen equipo de profesionales que supo lo que había que hacer.
¿Cómo surge la colaboración con la cadena NH? Cuéntenos sobre el proyecto Nhube. Comenzó con el interiorismo de un hotel en Sagunto, en el que entramos cuando el proyecto estaba avanzado. Posteriormente, NH Hoteles nos invitó a participar en un concurso para el diseño de su habitación tipo, y fuimos uno de los equipos ganadores. Esta habitación no se llevó a cabo, pero comenzó una relación que mantenemos con un hotel recién inaugurado, NH Palacio de Tepa, y otro a punto de terminar, NH Mejía Lequerica, ambos en Madrid. Entre tanto, nos propusieron hacer un proyecto para el concepto Nhube con Ferran Adrià, pero en este caso para exterior. El proyecto salió genial, diseñamos todas las áreas, incluso llegamos a diseñar los muebles; estábamos todos muy satisfechos, pero llegó la crisis y de momento está parado.
Después de unir su talento al de Ferran Adrià, ¿le sigue interesando formar tándem con profesionales de otras disciplinas creativas? En este proyecto tuve contacto con el equipo de NH y con el de El Bulli. Creo que las relaciones interdisciplinares son realmente enriquecedoras y estimulantes. Estoy totalmente abierto a ellas.
¿Qué edificios de Valencia propondría para un tour arquitectónico por la ciudad? El primero es indiscutiblemente la Lonja de la Seda, también los mercados Central y de Colón, o edificios recientes como Veles i Vents. Pero de Valencia me gustan especialmente los espacios urbanos, las pequeñas plazas que vamos encontrando por la Ciutat Vella, como la plaza Redonda o la del Arzobispado. No podemos olvidarnos de los jardines del antiguo cauce del Turia.
¿Es posible generar un hito urbano con un edificio silencioso y discreto? Es la forma en la que creo que se deben de crear. Vivimos en un momento en el que parece que todo vale y en el que existe una necesidad de generar impactos mediáticos a todos los niveles. Los edificios no se escapan de esto, por lo que existe una arquitectura muy efectista de muy poco calado. Creo que es interesante plantearse la “cantidad de forma” en función de la vida y la importancia de un edificio en la ciudad. Por ejemplo, no es lo mismo un edificio que representa a una sociedad, que otro de consumo que puede ser efímero, como un museo o un centro comercial. El problema es cuando ambos se realizan bajo los mismos parámetros.


LE INVITAMOS A QUE COMPARTA CON NOSOTROS LA SENSACIÓN QUE LE PRODUCEN LOS SIGUIENTES CONCEPTOS:
– José Antonio Coderch. Una de mis referencias, sin duda. Fue un maestro que supo hacer arquitectura contemporánea sobre la base de la arquitectura vernácula mediterránea, elevándola al máximo nivel. – Los parques temáticos. Como cualquier proyecto, puede ser bueno o malo. Si se hace bien, puede ser una experiencia muy interesante. – Facebook y Twitter. Una realidad que está rompiendo todos los esquemas. Una revolución de la que ahora mismo no controlamos el alcance. – James Turrell. Es el escultor de la luz. Es fascinante que trabaje con la luz, modelándola como materia. Es una de mis referencias. – Los indignados. El libro “Indignaos” de Hesse, muy interesante; las primeras apariciones del 15-M, esperanzadoras. Ahora, no me gusta nada en lo que se ha convertido. – El microcemento. Como todos los nuevos materiales, bien utilizado, abre un campo nuevo de posibilidades. – Los premios FAD de arquitectura. En Cataluña, a diferencia de otros lugares, saben que sin reconocimientos no se construye nada. Me parece necesario que la sociedad valore el talento. – Los muebles vintage. Tienen lo bueno y lo malo de ser una moda. – Mourinho y Guardiola. Creo que son brillantes pero no entiendo de fútbol. – Na Xemena, quince años después. Ver con satisfacción que algo que ha sido concebido con idea de atemporalidad, sigue vigente. – La paella en domingo. Una de las mejores cosas de Valencia.